Acompáñame en mi silencio

domingo, 18 de agosto de 2013

Ya no.

Ya no.
Ya es tarde.
Ya no quiero...
jugar a los detectives
ni  imaginarme
ni  pasar de ti a propósito
ni sonreirte entre miradas que sólo tu y yo entendemos
ni fingir que te quiero un montón cuando en realidad solo es un poco
ni pensar que el día será genial porque la noche la pasé contigo.

Ya es tarde, y como siempre,
te dije muchas veces que llegarías a destiempo,
con tu sencillez, sin tu maldad, ahí, quieto, esperando a que te diga que nunca más te quiero volver a ver y acto seguido me pongo tus fotografías por si en alguna, de casualidad, salieses medio decente.
Ya no quiero tu foto en mi cartera, que es una de mis cosas favoritas, de las que mas me siento orgullosa, como si de una medalla se tratara, como si el mayor de los tesoros que fue conocerte, se hablara... y nunca te lo he dicho. Como todas esas cosas que nunca te digo por miedo a que pienses que me quiero casar contigo. Y quizás nunca, y quizás mañana, así hemos estado todo este tiempo y es hora de que se pare el reloj. Qué es tarde...

pero sólo un poco, cómo los trenes que llegaban a Murcia, esos, que nunca cogiste, y es que tu madre es una santa  y lo sabes, pero tú eres un hijo de puta.

Al menos, me consuela que yo siempre elijo el gilipollas que llegará a tiempo con el dolor.