En el
mundo desordenado de las emociones…me
encuentro yo, que al igual que muchas otras personas, guardamos dentro de
nosotras una esencia de la que poco se ha hablado como tal, esa esencia de
nuestros interiores es peligrosa tanto
mantenerla almacenada como ir a recogerla en pequeñas cantidades, pues no
podrás compartirla, como cogerla toda a
la vez, es necesario sacarla, pues se encuentra en lo más profundo de nosotras
mismas y poseerla toda o gran cantidad, nos arrastra, nos hunde y nos imposibilita volver a subir, pero en la
dosis exacta, puede salvar la vida a otras personas de nuestro alrededor,
incluso a una misma. Es el precio a pagar por el derecho a sentir profundamente
y por experimentar efectos inalcanzables para otros de forma natural.
Poco se
ha hablado bien de todo esto… incluso se ha estigmatizado socialmente, creando
infinidad de etiquetas y vergüenza innecesaria. Os muestro que hay algunas
personas han conseguido ser, realmente estrellas o referentes y sin embargo
para otras, casi por (relativa) suerte, se les ha llevado a centros
especializados, o peor aún, a otras se les ha echado a la calle, y otras
simplemente, se ha optado por encerrarlas, dándoles la espalda en ese momento
de flaquedad absoluta, haciendo ver como que no queda nadie. Llamemos suerte a detectarlo a tiempo,
trabajarlo y superarlo, llamémosle puta(mala)suerte a caer en circunstancias
peores en el intento de salir de ello.
Creo
que hablo en nombre de un colectivo poco empoderado y al que pertenezco, pues
su situación en ocasiones no deja que se esté en una lucha activa externa, porque
estamos en una batalla dura interna, que nos suele incapacitar para sobrevivir
en este sistema de supervivencia constante. Esta mal-llamada “enfermedad”
mental nos incapacita para vivir.
Para
colmo, nos suelen culpabilizar de lo mal-llamado
enfermedad, y os aseguro que tampoco es una actitud ante la vida, simplemente
nace de una circunstancia que no se elige. Claro que hay agentes que tienen
parte de responsabilidad y muchísima, de tanto los antecedentes como el punto
donde se genera todo, como la reproducción continuada... Y claro que hay pautas
que pueden hacer para que estemos mejor, pero a veces todo se mezcla y se
confunde, en el segundo caso, es comparable a una discriminación positiva de lo
que os estoy hablando, se hace contraproducente...
Lo más
jodido de esto, es que no hay una diferencia clara, o una línea que marque
cuando convive con nosotras, cuando se aparece sin avisar, haciendo acto de
presencia y asomándose en nuestra rutina como cualquier cosa banal, pero que
tiene el peligro de hacer cenizas todo aquello que valoramos.
Lo casi
poético de esta paradoja, es que hay quizás demasiados estudios y pocas
soluciones únicas y universales. Realmente dudo que pueda existir una solución
para todas por igual, ni si quiera en un futuro, pero si existen a nivel
personal pequeñas gotitas de esperanza que nos salva o nos protege del
sufrimiento intenso y a veces mortal.
Quizás
buscamos factores que justifiquen la situación, pero quizás es la situación la
que en ocasiones atrae a los factores, y peor aún, les damos una importancia
casi letal para las personas como yo, empujándola en el precipicio en el que se
encuentra.
Aunque
todo esto, son simples palabras complejas, unidas, difusas de una experiencia
vital y transcendental, algo denso que podrá o no ayudar, que podrá ser
entendido o no, para el resto, o quizás solo consiga sensibilizar tan solo un
poquito y es entonces, cuando esto (que no elegido), tendrá su utilidad.
Y en
resumen, estar “enferma mental” como regalo de la misma vida para valorarla,
pues todas queremos lo que no tenemos. Rosalía Trujillo, Diciembre 2015.