Acompáñame en mi silencio

sábado, 9 de enero de 2016

En el mundo desordenado de las emociones…

    En el mundo desordenado de las emociones…me encuentro yo, que al igual que muchas otras personas, guardamos dentro de nosotras una esencia de la que poco se ha hablado como tal, esa esencia de nuestros interiores  es peligrosa tanto mantenerla almacenada como ir a recogerla en pequeñas cantidades, pues no podrás  compartirla, como cogerla toda a la vez, es necesario sacarla, pues se encuentra en lo más profundo de nosotras mismas y poseerla toda o gran cantidad, nos arrastra, nos hunde  y nos imposibilita volver a subir, pero en la dosis exacta, puede salvar la vida a otras personas de nuestro alrededor, incluso a una misma. Es el precio a pagar por el derecho a sentir profundamente y por experimentar efectos inalcanzables para otros de forma natural.
Poco se ha hablado bien de todo esto… incluso se ha estigmatizado socialmente, creando infinidad de etiquetas y vergüenza innecesaria. Os muestro que hay algunas personas han conseguido ser, realmente estrellas o referentes y sin embargo para otras, casi por (relativa) suerte, se les ha llevado a centros especializados, o peor aún, a otras se les ha echado a la calle, y otras simplemente, se ha optado por encerrarlas, dándoles la espalda en ese momento de flaquedad absoluta, haciendo ver como que no queda nadie.  Llamemos suerte a detectarlo a tiempo, trabajarlo y superarlo, llamémosle puta(mala)suerte a caer en circunstancias peores en el intento de salir de ello.
Creo que hablo en nombre de un colectivo poco empoderado y al que pertenezco, pues su situación en ocasiones no deja que se esté en una lucha activa externa, porque estamos en una batalla dura interna, que nos suele incapacitar para sobrevivir en este sistema de supervivencia constante. Esta mal-llamada “enfermedad” mental nos incapacita para vivir.
Para colmo,  nos  suelen culpabilizar de lo mal-llamado enfermedad, y os aseguro que tampoco es una actitud ante la vida, simplemente nace de una circunstancia que no se elige. Claro que hay agentes que tienen parte de responsabilidad y muchísima, de tanto los antecedentes como el punto donde se genera todo, como la reproducción continuada... Y claro que hay pautas que pueden hacer para que estemos mejor, pero a veces todo se mezcla y se confunde, en el segundo caso, es comparable a una discriminación positiva de lo que os estoy hablando, se hace contraproducente...
Lo más jodido de esto, es que no hay una diferencia clara, o una línea que marque cuando convive con nosotras, cuando se aparece sin avisar, haciendo acto de presencia y asomándose en nuestra rutina como cualquier cosa banal, pero que tiene el peligro de hacer cenizas todo aquello que valoramos.
Lo casi poético de esta paradoja, es que hay quizás demasiados estudios y pocas soluciones únicas y universales. Realmente dudo que pueda existir una solución para todas por igual, ni si quiera en un futuro, pero si existen a nivel personal pequeñas gotitas de esperanza que nos salva o nos protege del sufrimiento intenso y a veces mortal.
Quizás buscamos factores que justifiquen la situación, pero quizás es la situación la que en ocasiones atrae a los factores, y peor aún, les damos una importancia casi letal para las personas como yo, empujándola en el precipicio en el que se encuentra.
Aunque todo esto, son simples palabras complejas, unidas, difusas de una experiencia vital y transcendental, algo denso que podrá o no ayudar, que podrá ser entendido o no, para el resto, o quizás solo consiga sensibilizar tan solo un poquito y es entonces, cuando esto (que no elegido), tendrá su utilidad.
Y en resumen, estar “enferma mental” como regalo de la misma vida para valorarla, pues todas queremos lo que no tenemos. Rosalía Trujillo, Diciembre 2015.