Viajar es vivir. Vivir es algo a lo que somos empujadas, desde que nacemos, y es así como podemos emprender todo tipos de viajes. Si te fijas, hay cantidad de metáforas con los viajes, por ejemplo "cuidado, que no se te escape ese tren". Y yo te diré, mucho cuidado con llegar al final del túnel sin sentir el viaje.
Viajar te cambia para siempre, nunca seré la misma persona que partió, ni me reconoceré en ciertos aspectos cuando regrese.
Cuando viajo, las aventuras se despliegan ante mi, todo es sensacional, al principio todos los lugares son magia y te llenan, las personas son fantásticas y la mochila parece que ni si quiera pesa. Se crea "un todo vale" y la receptividad aumenta. Cuando se viaja, que no es hacer turismo... (no me vayas a insultar de esta manera) pasan muchísimas cosas.
Viajar es intentar juzgar desde dentro, nuestra piel del alma cambia al color que haya y nuestros ojos miran hacia donde nuestra rutina no nos suele permitir ver.
Sin darte cuenta, puedes ser la persona que siempre quisiste ser o mejor dicho, la que eres en cada momento, puedes empezar de nuevo, a veces, me permito el lujo de comenzar a contar la historia de mi vida, y me doy cuenta de lo poco que me conocía o me puedo inventar otro cuento distinto para ese público anónimo, da igual si empiezo por el principio, por el final o por el medio; da igual, como y cuando lo cuente todo o no diga nada, todo lo que ocurra caerá en el recuerdo del viaje y en la anécdota que dejará cicatriz.
Pero viajar tiene esa parte de la otra moneda que hace que ciertas personas eviten experimentarlo, como por ejemplo que esa moneda va a desaparecer, hay un momento antes de la adaptación, que la temperatura, lugar, persona no acompaña nada a la armonía que se espera esa expectativa estúpida que siempre aparece, de hecho, hay camas pequeñas e incomodas... también, hay suelos duros y echar de menos puede estar a la orden del día, el cansancio suele ganar la batalla de seguir viviendo. Tu alimentación, comodidad y gustirriní, se quedarán en el primer estreñimiento y en el "esto no es como en mi origen".
Viajar es valorar tu vida, es desconocerse, conocerse y reconocerse.
Cuando se viaja, se ejerce la profesión de fotógrafa profesional sin esperarlo, al menos con la mente, intenta con mucha fuerza acordarte de cada fotograma, aunque sabes que los recuerdos siempre perdurarán en algún lugar donde se encontraron.
Esa maldita sensación de que se te olvida algo, y es que claro que se te olvida algo, siempre nos dejamos una parte de nosotras y siempre la mochila tiene algún gramo más de peso de lo aprendido.
Alguien me dijo que los viajes se viven tres veces, uno es cuando lo planeas, otro cuando lo vives y una vez más, cuando los recuerdas.
Quiero recordarte que no debemos viajar para escapar de la vida, sino para que la vida no se nos escape. Y es que la vida es eso que se desvanece, mientras planeas el siguiente viaje.