Acababa
de llegar, la veía, me miraba y estaba muy cansado (de ella). Como siempre
tarde, y nunca tenía nada hecho en el momento, había dejado todo sucio y
desorganizado, estaba terminando de preparar una cena demasiado sencilla, no
partía nada (excepto las mentiras), lo echaba todo junto, era como si no se
esmerase por nada en esta vida, solo por lo que ella le importaba y a veces, ni
eso.
Lo que
mas me dolía, es que ella se esforzara tanto y yo tan poco.
La
miraba con desprecio, pero giraba la cara para que no se diera cuenta. Nunca la
quería mirar a los ojos, pero ella no me paraba de buscar con la mirada, me
sentía incomodo, luego, me esperaba palabras estúpidas que salieran de su boca,
y efectivamente cumplía esa expectativa, y no esas otras que me marqué antes de
conocerla realmente.
Llevaba sobre 20 días con ella, y parecían 20
años, en algún momento eran 20 siglos de condena los que pensaba que me
quedaban. Era como si le guardara un rencor que no me hubiera dado tiempo a
generar, realmente extraño, tan…
Aceptaba
ciertas cosas, pero siempre se saltaba todos los limites, me llevaba la
contraría en casi todo, bueno en todo, sé que le parecía mala persona, no
guardaba distancia ni con esas, porque aun así me rozaba con su piel sudorosa.
Sudaba demasiado, me parecía algo realmente asqueroso. Para rematar me abrazaba y a veces me besaba,
pero no me apetecía devolverle ninguna muestra de cariño y no podía disimular.
Ni por las mañanas, no quería sentir su aliento cerca ni un segundo.
Sabía
de sobra que me toca la pregunta que más detestaba “¿Estas bien?”, no paraba de
preguntarme, de acercarse a mi, (sabía que no era algo concreto, era algo para
manipular la situación, tenía una mente calculadora) dormíamos juntos, había
mucha distancia entre nosotros, yo al menos la notaba, ella debería notar
abismos, pero era incrédula, siempre lo intentaba todo, y eso en cierto modo me
servía para conseguir eso otro. Sí, eso otro, ya sabe, placer, sexo, cosas
prohibidas, cosas…
No le
contestaba, pero a veces lo hacía de forma rápida y borde a breve para que se
callara, odiaba la pasión de su voz, la emoción, y ante todo, con todas mis
fuerza, odiaba su dramatismo.
No
estaba peinada, ni maquillada, ni falta que le hacía, no creo que mejorara
mucho con esas cosas, no creo que mejorara nunca. En cierto modo, la veía más
guapa en mi imaginación, quizás cuando me masturbé en algún momento recordando
mi primer estimulo sexual real.
Sirvió
la cena, aun sonreía, pero de repente se quedaba seria, vi como ponía mi gran plato sobre mi mesa, y lo intentaba
disimular, era una gran actriz, hacía varios papales a lo largo del día, me
hacía sentir tan mal, porque nunca sabía
como actuar yo.
Estaba
a punto de llorar (ella o yo, o los dos), pero veía la tele, me concentré en la
televisión, no me gustaba la película, pero era mas agradable que ella, oí la
misma historia varias veces de fondo, dije lo primero que se me pasaba por la
mente, algo que había pensado lo suficiente para decir en voz alta, al menos yo
pensaba antes de hablar. Era su turno de hablar, juro que si hubiese empezado a
llorar ella…
Quería
terminar con todo, con todo aquello, ella no era de mi casa, ni formaba parte
de ella, nunca lo hizo, y me arrepiento mucho de pensar que habría sido una
buena idea que pudiera formar parte de mi vida, me equivoqué con todo, y ella
se equivocó conmigo.
No
había nada positivo de aquella situación.
No la
soportaba. Repito, estaba cansado, y no casado aunque lo pareciera. Contaba
cosas de su familia para dar pena. Me hablaba siempre de lo mismo, hablaba de
él, me sabía toda su vida, lo conocía mejor que a ella, ella se camuflaba en
contar cosas de él, de su dolor. Me enseñó una foto, no era guapo, no me lo
pareció y no insinuó nunca que yo fuera mejor que él (o que esos otros a los que se tiraba), creo que ella no se daba cuenta que al menos
volví, aunque no fuera por ella, eso me dejaba la consciencia más tranquila,
pero siempre pensé que nuestra relación se basaba en un recuerdo continuo de
personas importantes para ella, y no en mi; siempre, en todas las
conversaciones, no me hacía falta preguntar que pensaba, sabía que era en él,
lo tenía tan idealizado, en cierto modo me daba envidia o quizás la comprendía,
en algún momento la entendí, pero sinceramente dudaba mucho que haya una
persona tan perfecta como la que describía, incluso llegué a dudar que para él,
ella significara algo. Me abrió primero ella, luego abrió la relación, después
abrió mis pocas ganas de seguir con el show. Aun así, me hacía daño, y yo le quería pagar
con las mismas monedas, pero nunca era suficiente, por mucho que la
despreciara, o insultara mentalmente, a veces, sutilmente… era muy cara la
deuda.
No diré
que fue un accidente, lo llamaría, más bien,
un crimen pasional.
Así
que, señor agente, me declaro inocente. Nos matamos.