Acompáñame en mi silencio

viernes, 28 de diciembre de 2012

y.




   Acababa de llegar, la veía, me miraba y estaba muy cansado (de ella). Como siempre tarde, y nunca tenía nada hecho en el momento, había dejado todo sucio y desorganizado, estaba terminando de preparar una cena demasiado sencilla, no partía nada (excepto las mentiras), lo echaba todo junto, era como si no se esmerase por nada en esta vida, solo por lo que ella le importaba y a veces, ni eso.
Lo que mas me dolía, es que ella se esforzara tanto y yo tan poco.
La miraba con desprecio, pero giraba la cara para que no se diera cuenta. Nunca la quería mirar a los ojos, pero ella no me paraba de buscar con la mirada, me sentía incomodo, luego, me esperaba palabras estúpidas que salieran de su boca, y efectivamente cumplía esa expectativa, y no esas otras que me marqué antes de conocerla realmente.
 Llevaba sobre 20 días con ella, y parecían 20 años, en algún momento eran 20 siglos de condena los que pensaba que me quedaban. Era como si le guardara un rencor que no me hubiera dado tiempo a generar, realmente extraño, tan…
Aceptaba ciertas cosas, pero siempre se saltaba todos los limites, me llevaba la contraría en casi todo, bueno en todo, sé que le parecía mala persona, no guardaba distancia ni con esas, porque aun así me rozaba con su piel sudorosa. Sudaba demasiado, me parecía algo realmente asqueroso.  Para rematar me abrazaba y a veces me besaba, pero no me apetecía devolverle ninguna muestra de cariño y no podía disimular. Ni por las mañanas, no quería sentir su aliento cerca ni un segundo.
Sabía de sobra que me toca la pregunta que más detestaba “¿Estas bien?”, no paraba de preguntarme, de acercarse a mi, (sabía que no era algo concreto, era algo para manipular la situación, tenía una mente calculadora) dormíamos juntos, había mucha distancia entre nosotros, yo al menos la notaba, ella debería notar abismos, pero era incrédula, siempre lo intentaba todo, y eso en cierto modo me servía para conseguir eso otro. Sí, eso otro, ya sabe, placer, sexo, cosas prohibidas, cosas…
No le contestaba, pero a veces lo hacía de forma rápida y borde a breve para que se callara, odiaba la pasión de su voz, la emoción, y ante todo, con todas mis fuerza, odiaba su dramatismo.
No estaba peinada, ni maquillada, ni falta que le hacía, no creo que mejorara mucho con esas cosas, no creo que mejorara nunca. En cierto modo, la veía más guapa en mi imaginación, quizás cuando me masturbé en algún momento recordando mi primer estimulo sexual real.
Sirvió la cena, aun sonreía, pero de repente se quedaba seria, vi como ponía  mi gran plato sobre mi mesa, y lo intentaba disimular, era una gran actriz, hacía varios papales a lo largo del día, me hacía sentir  tan mal, porque nunca sabía como actuar yo.
Estaba a punto de llorar (ella o yo, o los dos), pero veía la tele, me concentré en la televisión, no me gustaba la película, pero era mas agradable que ella, oí la misma historia varias veces de fondo, dije lo primero que se me pasaba por la mente, algo que había pensado lo suficiente para decir en voz alta, al menos yo pensaba antes de hablar. Era su turno de hablar, juro que si hubiese empezado a llorar ella…  
Quería terminar con todo, con todo aquello, ella no era de mi casa, ni formaba parte de ella, nunca lo hizo, y me arrepiento mucho de pensar que habría sido una buena idea que pudiera formar parte de mi vida, me equivoqué con todo, y ella se equivocó conmigo.
No había nada positivo de aquella situación.

No la soportaba. Repito, estaba cansado, y no casado aunque lo pareciera. Contaba cosas de su familia para dar pena. Me hablaba siempre de lo mismo, hablaba de él, me sabía toda su vida, lo conocía mejor que a ella, ella se camuflaba en contar cosas de él, de su dolor. Me enseñó una foto, no era guapo, no me lo pareció y no insinuó nunca que yo fuera mejor que él  (o que esos otros a los que se tiraba),  creo que ella no se daba cuenta que al menos volví, aunque no fuera por ella, eso me dejaba la consciencia más tranquila, pero siempre pensé que nuestra relación se basaba en un recuerdo continuo de personas importantes para ella, y no en mi; siempre, en todas las conversaciones, no me hacía falta preguntar que pensaba, sabía que era en él, lo tenía tan idealizado, en cierto modo me daba envidia o quizás la comprendía, en algún momento la entendí, pero sinceramente dudaba mucho que haya una persona tan perfecta como la que describía, incluso llegué a dudar que para él, ella significara algo. Me abrió primero ella, luego abrió la relación, después abrió mis pocas ganas de seguir con el show.  Aun así, me hacía daño, y yo le quería pagar con las mismas monedas, pero nunca era suficiente, por mucho que la despreciara, o insultara mentalmente, a veces, sutilmente… era muy cara la deuda.
No diré que fue un accidente, lo llamaría, más bien,  un crimen pasional.
Así que, señor agente, me declaro inocente. Nos matamos.